
La vi delante de mí, al venir el alba.
La luz crepuscular matutina, iluminaba su cara.
La irisación de sus ojos, me deslumbró
un instante, y la perfecta silueta de su cuerpo,
me hizo pensar que soñaba.
Juntos avanzamos a través de las montañas;
cruzamos enormes ríos de agua plateada,
reposamos sobre riberas mágicas
y correteamos en las praderas áureas.
Me sentía hechizado, mientras ella me quería.
Encerrado en sus pupilas,
a otros mundos me transportaba.
Recorrimos tierras de castillos y hadas,
donde se para el tiempo, y no llega la mirada.
Su cuerpo era como un volcán encendido,
y yo me sumergía en el ardor de su lava.
Mis ojos se cerraban, mientras ella me abría
los caminos anhelados.
Sólo deseaba, que mi sueño no acabara.
Y me reía de los estúpidos humanos,
que viven sin vivir, y se esconden de sí mismos
por no percibir que son simples mortales,
que luchan por controlar sus instintos.
Pronto ella se hartó de mis limitaciones humanas,
y me rechazó como quien desprecia un juguete inservible.
Apagó su luz, me dejó en las tinieblas,
y he vuelto a mi mundo.
Hoy, soy otro más de los estúpidos humanos,
y vivo sin vivir, ocultándome de mí mismo,
para no recordar sus ojos ni su cara;
para no recordar lo felices que fuimos.
Juntos avanzamos, a través de las montañas;
cruzamos enormes ríos de agua plateada,
reposamos sobre riberas mágicas
y correteamos en las praderas áureas...